
Al igual que en nuestro reciente artículo sobre la estanflación, en el artículo de hoy vamos a tratar otro de los fenómenos económicos cuya relevancia se ha incrementado a lo largo de los últimos años: Reflación. Además, debido a su íntima relación, vamos a explicar también qué es la deflación.
El motivo de la reciente popularización del término (y el fenómeno al que hace referencia) podemos encontrarlo en la crisis de las hipotecas subprime de 2008, pero más recientemente en el caos financiero que acompañó a la crisis económica causada por el COVID-19, que se convirtió en pandemia a partir del primer trimestre de 2020.
En el artículo de hoy vamos a explicar de forma sencilla qué son la reflación y la deflación, no solo porque sea importante ahondar en nuestra educación financiera, sino porque ahondar precisamente en nuestra educación financiera nos permitirá anticiparnos y adaptarnos a estos fenómenos, protegiéndonos e incluso aprovechándolos.
¿Qué es la reflación?
A diferencia de otros artículos, donde primero establecemos un contexto aclaratorio antes de pasar el tema principal del artículo, para saber qué es la reflación es mucho más sencillo invertir este orden. Primero veremos qué es la reflación, para comprender a continuación qué es lo que los Estados y Bancos Centrales intentan evitar a través de la reflación.
La reflación es el plan que activa un Estado (o Banco Central) con la finalidad de estimular, de manera artificial, la economía.
Esta estimulación artificial de la economía, a la que conocemos como reflación, tiene dos objetivos: salir de una recesión (o estancamiento), pero también evitar que la recesión derive en una espiral de deflación, como le ha sucedido durante años a Japón.

Ahora sí, es momento de aclarar términos antes de continuar: ¿Qué es una recesión y qué es la espiral de deflación?
¿Qué es una recesión o estancamiento?
Las recesiones o estancamiento económico, por desgracia, las conoce y comprende la mayoría de la población desde 2008: Aumento del desempleo, disminución del consumo, mayor endeudamiento, mayores impagos en las deudas, disminución del PIB, crisis de sobreproducción de mercancías, etc.
Todos estos elementos se retroalimentan entre sí, y se magnifican enormemente cuando vienen producidos por el estallido de una burbuja (como lo fue la inmobiliaria y crediticia), considerándose una recesión como una depresión cuando la recesión supera los 3 años.
Si una economía no consigue remontar correctamente frente a una recesión, con herramientas como la reflación, se corre el peligro de entrar en una espiral deflacionista.
¿Qué es una espiral de deflación?
Una espiral de deflación se resume esencialmente en el siguiente círculo vicioso, iniciados cuando una recesión obliga a las empresas a bajar los precios debido a la menor demanda de una población empobrecida.
- Deflación: Bajan los precios porque no hay suficiente demanda
- Menor beneficio: Las empresas pierden margen de beneficios
- Menor producción: Para compensar la bajada en demanda, reducen su producción o actividad
- Más desempleo: Al reducirse la producción, son necesarios menos trabajadores, con lo que aumenta el desempleo
- Menos consumo: Los nuevos desempleados podrán consumir menos que antes, y los que aún tengan empleo serán más reticentes a consumir debido a la percepción del riesgo de perder también su empleo
- Demasiada oferta: Al reducirse el consumo, vuelve a existir un exceso de oferta de bienes y servicios en relación a la demanda
- Deflación: Para compensarlo, las empresas se ven obligadas a reducir de nuevo sus precios, iniciándose de nuevo el mismo círculo vicioso, con el matiz de que la situación será todavía peor
Algunos analistas añaden un problema adicional a la deflación, que la hace todavía más peligrosa. Imagina que en plena crisis de deflación, vas a comprar una casa, pero sabes que debido a la deflación, los precios van a bajar. Por ello, decides esperar otro año para comprarla.
Sin embargo, el próximo año se repite el mismo escenario: ¿por qué comprarla ahora si puedo esperar a que baje todavía más su precio?. Esta situación, como puedes intuir, supone una oportunidad muy apetecible para algunos, pero una gran desventaja para el conjunto de la economía.

¿Quién sale ganando de la deflación?
Algunas personas, si tienen capital para invertir, aprovechan las situaciones de deflación, en la que bienes y mercancías alcanzan sus precios más bajos. En el ejemplo de nuestra casa, comprar una vivienda puede ser más accesible que nunca… si tienes capital y puedes aguantar hasta que se resuelva la crisis de deflación. Ojo, porque en el caso de Japón, la espiral de deflación ha durado 30 años, y todavía no se ha resuelto completamente.
¿Quién sale perdiendo con la deflación?
Como podrás imaginar, si tu país lleva dos años con una crisis de deflación, y los precios no hacen más que bajar, en el ejemplo ya mencionado puede ser interesante comprar la vivienda… Pero corres el riesgo de que la vivienda que has comprado se siga devaluando los próximos 28 años.
Además, en una crisis de deflación no solo desciende el precio de la vivienda, sino que descienden los precios de toda la economía, lo cual significa que tus fuentes de ingresos también estarán en peligro y seguirán bajando, siempre que estas fuentes de ingresos provengan de la economía deflacionaria.
Por ello, es fácil comprender por qué una espiral de deflación es uno de los mayores peligros a los que se enfrenta una economía.
¿Cómo evita la reflación que se produzca una espiral de deflación?
Volvemos ahora a la definición de reflación que dimos al comienzo del artículo: La reflación es el plan que activa un Estado (o Banco Central) con la finalidad de estimular, de manera artificial, la economía.
El objetivo de la reflación, antes de que se genere una espiral de deflación, es generar inflación de manera artificial e incentivar el consumo, lo cual es el opuesto exacto de la deflación.
Para generar esta inflación controlada, moderada y sostenida, existen dos organismos, cada uno con su propia herramienta: El Estado, que recurrirá a la política fiscal (los impuestos), y el Banco Central (con la política monetaria).
Habitualmente, el Estado reduce los impuestos para que exista una mayor liquidez que permita un mayor consumo y margen de beneficios a las empresas, mientras que el Banco Central puede jugar con los tipos de interés, pero también con la emisión de más moneda e inyección de la misma a través de compra de bonos y títulos ligados a créditos hipotecarios. Esto es, precisamente, lo que hizo desde 2008 hasta 2014 la Reserva Federal (el banco central de EEUU) para estimular la economía tras la crisis de los activos tóxicos.
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